La eficiencia de los proyectos de desintoxicación, a debate en Barcelona.
La necesidad de adaptar las terapias a los nuevos perfiles de los consumidores de drogas es uno de los retos que se plantean los expertos que participan hasta hoy en Barcelona en el decimotercer Simposio Internacional de Tratamiento de Abuso de Sustancias.
El congreso, organizado por la Universidad de Barcelona, Proyecto Hombre Cataluña y el grupo europeo de investigación en drogas EWODOR, ha reunido en los últimos tres días a más de 150 expertos de organizaciones y universidades europeas, que han compartido los avances en materia de adicciones.
Aunque el fenómeno de las drogas no genera la misma alarma social que años atrás, la problemática continúa con la aparición de nuevos perfiles de consumidores, como los adictos con trastornos psiquiátricos, una tipología de pacientes que va al alza.
«Cada vez hay más personas con patología dual y eso hace que tengamos que cambiar la manera de abordar las terapias o el tipo de centros», ha reconocido en una entrevista a Efe el director de Proyecto Hombre en Cataluña, Oriol Esculies.
Las nuevas realidades sociales también han provocado que los terapeutas tengan que adaptarse a nuevos pacientes, como los inmigrante o los adolescentes que abusan de las nuevas tecnologías.
Esta evolución requiere de una mayor inversión económica, que en tiempos de recortes repercute en la forma de gestionar los proyectos de desintoxicación a través de modelos más sostenibles en un momento en el que la demanda de ayuda ha crecido de manera significativa en algunos centros.
De hecho, Proyecto Hombre ha contabilizado que en los últimos seis meses el número de solicitantes de tratamiento ha incrementado en un 30%, algo que según palabras de su máximo responsable necesita de un replanteamiento de administraciones públicas y centros de desintoxicación para contribuir a parar la «presión asistencial».
«Reivindicamos más ayuda, pero nosotros también tenemos que hacer cosas para mejorar la eficiencia», señala Esculies, quien reconoce que las asociaciones de lucha contra la drogadicción deben resolver cómo conseguir mejores resultados con menores recursos económicos.
En este sentido, desde el sector se aboga por seguir con un modelo basado en el compromiso de las entidades sin ánimo de lucro para solucionar aquellos niveles de tratamiento a los que la administración pública no puede llegar.