¿Necesitas respuestas para comprender que está pasando?

La familia y la pareja ejerce un papel fundamental en cuanto a la motivación que le de al familiar enfermo de adicción a sustancias psicoactivas para que él se inscriba y permanezca dentro del programa de tratamiento. Los miembros de la familia que conviven con un adicto desdoblan un conjunto de conductas adaptadas a la convivencia que vienen determinadas por:

– El incremento de comportamientos con tendencia a proteger, controlar y cambiar al adicto.

– Perseguir alcanzar la solución de la adicción.

– Contener o apartar la exteriorización de sentimientos y emociones.

Este conjunto de conductas sintomáticas crean descuidadamente un sistema que mantiene la propia adicción. A este comportamiento se la ha denominado co-dependencia y se la considera disfuncional, en el sentido de que afecta a las personas que las contraen así como obstaculizan el proceso de aceptación de autorresponsabilidad del enfermo frente a su conducta adictiva.

Por lo tanto es necesario dejar constancia de que es posible comprobar que el sufrimiento que produce la adicción del paciente en la familia circula por distintas variantes y que casi siempre conduce a que, en la búsqueda de soluciones a la situación, la familia pruebe, generalmente con escaso éxito, distintas alternativas.

Por ello, se observa que la familia pasa por diferentes situaciones:

– En un inicio lo habitual que la familia minimice o niegue la enfermedad.

– Por otra parte y cuando ya las muestras de que existe la enfermedad son demasiado evidentes, la familia quiere vigilarlo.

– El resultado de este movimiento de vigilancia al adicto, es que la conducta y la vida del familiar comienza a girar en torno a la enfermedad.

– Finalmente, todo el esfuerzo realizado en la búsqueda de soluciones se insiste en ellas y se cronifican.

El aspecto clave desde el punto de vista familiar es cómo ese comportamiento se incorpora al funcionamiento familiar y termina por convertirse en un elemento normalizador de su vida. La adicción es una enfermedad capaz de transformarse en un preámbulo organizador central alrededor del cual se estructura la vida de la familia. Es evidente que la dependencia de sustancias ejerce un impacto negativo en la mayoría de las familias. Y resulta llamativo cómo a pesar de la dimensión de las consecuencias negativas, las familias terminan por ir adaptándose al problema hasta el punto de pasar años aguantando situaciones insoportables.

En Sin consumir escuchar posibles suposiciones del funcionamiento familiar del adicto nos permite entender aspectos claves del tratamiento como:

– Las dificultades del paciente para abandonar el consumo, que se distinguen como resistencias al cambio.

– Las conductas familiares que observamos como facilitadoras o co-dependientes y que a la vez pueden ser percibidas por el equipo terapéutico como resistencias.

Por esta causa, y al considerar la conducta del adicto como un fenómeno emergente de una situación problemática, el objetivo de tratamiento es el paciente con su adicción y el apoyo de su familia. De esta conclusión se parte a la hora de concebir una intervención terapéutica que involucre a la familia.

Una vez el adicto está en tratamiento, la familia, tras la gestación de la enfermedad en el adicto, se ha adaptado y habituado a convivir con la adicción de forma que se ha convertido en una especie de engranaje normalizador de su movimiento interno, y hay que pensar que la familia va a sufrir también una abstinencia, que puede ser vivida como una incomodidad inespecífica o como problemas muy específicos, desde la depresión o la aparición de otros trastornos en otro miembro de la familia, hasta un aumento de la dificultad en las relaciones.

De manera que la intervención sobre el trastorno por dependencia de adicción a sustancias psicoactivas debe hacerse cargo tanto del paciente como de su familia, ya que la angustia también está ubicada en ella en su medida, por lo tanto también la oportunidad de cambiar.

Cuando el progreso del enfermo empieza a ser evidente haciendo referencia principalmente a su conducta es posible que a lo largo del proceso terapéutico hayan emergido otros problemas tanto del paciente como de su familia. De ahí que la familia necesite atención para los problemas que pueden haber quedado sin resolver. Entre ellos, los más frecuentes son los del espacio conyugal, de forma que en muchas ocasiones va a ser necesario realizar terapia de pareja para hacer frente a las diferencias.

El objetivo terapéutico es que el paciente logre incorporar la abstinencia de sustancias psicoactivas en su estilo de vida y que los cambios familiares, si son posibles, faciliten dicho logro.

Esta descripción se ajusta realmente con la vida de muchas familias que cuentan en su núcleo familiar con un adicto a sustancias psicoactivas. Por ello es muy importante para nosotros entender cómo se generan y que utilidad tienen, con el objetivo de disponer de la información necesaria para la intervención terapéutica.

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