Al entrar en el torrente sanguíneo, la nicotina inmediatamente estimula las glándulas suprarrenales para que liberen la hormona adrenalina. La adrenalina estimula el sistema nervioso central y aumenta la presión arterial, la respiración y la frecuencia cardiaca. Al mismo tiempo que la glucosa se libera en la sangre, la nicotina suprime la producción de insulina del páncreas, lo que significa que los niveles de glucosa en la sangre en los fumadores se encuentran crónicamente elevados.
Al igual que la cocaína, la heroína y la marihuana, la nicotina aumenta los niveles de dopamina. La dopamina es un neurotransmisor que afecta las vías de gratificación y placer del cerebro. En el caso de muchos de los consumidores de tabaco, los cambios a largo plazo en el cerebro inducidos por la exposición crónica a la nicotina resultan en la adicción, una enfermedad que se caracteriza por la búsqueda y el consumo compulsivos de la droga a pesar de las consecuencias negativas que esto conlleva. Los estudios sugieren que el humo de tabaco contiene compuestos adicionales como el acetaldehído que pueden aumentar los efectos de la nicotina sobre el cerebro. Hay varios estudios que indican que los adolescentes son especialmente susceptibles a estos efectos y que tienen más probabilidad que los adultos de desarrollar una adicción al tabaco.
Cuando una persona adicta a la nicotina trata de dejar el hábito, experimenta los síntomas del síndrome de abstinencia, entre ellos, un deseo vehemente por el tabaco, irritabilidad, dificultad para prestar atención, sueño perturbado y aumento de apetito. Hay tratamientos que pueden ayudar a los fumadores a controlar estos síntomas y mejorar la probabilidad de que dejen el hábito.Los pacientes, los profesionales de la salud y los farmacéuticos desempeñan todos un papel importante en la prevención del uso indebido y la adicción a los medicamentos de prescripción. Por ejemplo, el paciente debe seguir cuidadosamente las instrucciones de uso del medicamento, aprender qué efectos puede tener e informar a su médico o farmacéutico si está tomando otros medicamentos, incluyendo aquellos sin necesidad de prescripción o suplementos para la salud, ya que éstos podrían interactuar con la medicación prescrita. El paciente debe leer toda la información proporcionada por el farmacéutico. Los médicos y otros proveedores de cuidados de la salud deben investigar, durante los exámenes de rutina, si el paciente tiene, en el tiempo presente o alguna vez en el pasado, un historial de abuso de sustancias, haciendo preguntas sobre qué medicamentos toma el paciente y la razón por la que los está tomando. Los profesionales de la salud deben notar cualquier aumento rápido en la cantidad del medicamento que el paciente necesita o si hay pedidos frecuentes para renovar la prescripción del medicamento antes del tiempo establecido, pues éstos podrían ser indicadores de abuso.
Asimismo, algunos medicamentos de venta sin prescripción médica que contienen dextrometorfano, como los jarabes para la tos y el resfrío, tienen efectos favorables cuando se toman según las indicaciones, pero cuando se usan indebidamente, pueden llevar a consecuencias perjudiciales graves para la salud. Los padres deben estar conscientes del potencial para el abuso que tienen estos medicamentos, especialmente cuando se consumen en grandes cantidades, lo que debe ser una señal de alerta y de que posiblemente tengan que intervenir.
[/faq_item][faq_item faq_title="¿Cómo afecta la heroína al cerebro?" faq_active="no" ]Al entrar al cerebro, la heroína se convierte en morfina y se adhiere a receptores conocidos como receptores opioides. Estos receptores se encuentran localizados en muchas áreas del cerebro (y del cuerpo), especialmente en aquellas áreas involucradas en la percepción del dolor y de la gratificación. Los receptores opioides también están localizados en el tallo cerebral, que controla procesos autónomos esenciales para la vida como la respiración, la presión arterial y la excitación. Con frecuencia, la sobredosis de heroína implica la supresión de la respiración.
Después de una inyección intravenosa de heroína, el consumidor reporta sentir una oleada de euforia ("rush") acompañada de sequedad bucal, un enrojecimiento caliente de la piel, pesadez en las extremidades y confusión mental. Después de esta euforia inicial, el usuario pasa a una sensación de estar volando ("on the nod"), un estado en el que se alterna estar entre completamente despierto o adormecido. Los usuarios que no se inyectan la droga podrían no sentir la euforia inicial, pero los demás efectos son los mismos.
Con el consumo regular de la heroína se desarrolla la tolerancia a la droga, en la que la respuesta fisiológica (y psicológica) del consumidor disminuye y se necesita una mayor cantidad de heroína para obtener la misma intensidad del efecto. Los consumidores de heroína corren un mayor riesgo de adicción; se calcula que cerca del 23 por ciento de las personas que consumen heroína se vuelven dependientes de ella.
[/faq_item][faq_item faq_title="¿Qué otros efectos adversos a la salud produce la heroína?" faq_active="no" ]El abuso de la heroína está asociado a consecuencias graves en la salud, incluyendo sobredosis mortal, aborto espontáneo y, particularmente en el caso de los consumidores que se inyectan la droga, enfermedades infecciosas como el VIH/SIDA y la hepatitis. El consumo crónico puede llevar a la oclusión de las venas, infección del endocardio y de las válvulas del corazón, abscesos y enfermedades del hígado y renales. También puede haber complicaciones pulmonares, incluyendo varios tipos de neumonías, tanto como resultado del mal estado de salud del toxicómano como por los efectos depresores de la heroína sobre la respiración. Además de los efectos de la droga en sí, la heroína que se vende en la calle a menudo contiene contaminantes tóxicos o aditivos que pueden obstruir los vasos sanguíneos que van a los pulmones, hígado, riñones o cerebro, causando daño permanente a estos órganos vitales.
El consumo crónico de la heroína produce dependencia física, un estado en el que el organismo se adapta a la presencia de la droga. El consumidor puede experimentar síntomas graves del síndrome de abstinencia si disminuye o descontinúa abruptamente el uso. Estos síntomas, que pueden comenzar a las pocas horas de la última administración de la droga, pueden incluir desasosiego, dolores en los músculos y en los huesos, insomnio, diarrea y vómito, escalofríos con piel de gallina ("romper en frío" o "cold turkey") y movimientos en forma de patadas ("kicking the habit").
Durante este periodo, los usuarios también sienten deseos vehementes por la droga, lo que puede ocasionar que continúen o recaigan en su uso. Los principales síntomas del síndrome de abstinencia alcanzan su punto máximo entre las 48 y 72 horas después de la última dosis y generalmente desaparecen después de aproximadamente una semana. Sin embargo, algunas personas pueden padecer los síntomas del síndrome de abstinencia durante meses. A pesar de que la abstinencia de la heroína se considera menos peligrosa que la del alcohol o la de los barbitúricos, ocasionalmente puede ser mortal cuando un toxicómano con una dependencia fuerte a la droga y en mal estado de salud deja abruptamente de consumir esta droga. Además, el deseo de la droga puede persistir por años después de haber dejado de consumirla, especialmente si el usuario se expone a factores que pueden provocar el deseo, tales como el estrés o ciertas personas, lugares o cosas relacionadas con el uso de la droga.
El abuso de la heroína durante el embarazo, en combinación con factores relacionados como la mala nutrición y la falta de cuidados prenatales adecuados, a menudo trae consecuencias adversas para el neonato, incluyendo bajo peso al nacer, un factor de riesgo importante de retraso subsiguiente en el desarrollo. Cuando una mujer embarazada abusa regularmente de la droga, corre el riesgo de que el bebé nazca dependiente de la heroína y sufra complicaciones médicas graves que requieran hospitalización.
[/faq_item][faq_item faq_title="¿Qué opciones de tratamiento existen?" faq_active="no" ]Hay una gran variedad de opciones terapéuticas para la adicción a la heroína, incluyendo los medicamentos y la terapia conductual. La ciencia ha demostrado que la farmacoterapia, en conjunto con otros servicios de apoyo, constituye una combinación eficaz para lograr que el paciente deje de consumir heroína (u otra sustancia opiácea) y vuelva a una vida más estable y productiva.
El tratamiento frecuentemente comienza con la desintoxicación con apoyo médico, la que constituye una forma más segura para dejar de usar la droga. Para minimizar los síntomas del síndrome de abstinencia, se puede recurrir a medicamentos como la clonidina y ahora la buprenorfina. Sin embargo, la desintoxicación en sí no constituye un tratamiento y tampoco se ha mostrado su eficacia para prevenir las recaídas. Simplemente es el primer paso en el proceso.
Entre los medicamentos que se usan para ayudar a prevenir las recaídas están los siguientes:
La metadona, que se ha usado por más de 30 años para tratar la adicción a la heroína, es un medicamento opiáceo sintético que se une a los mismos receptores que la heroína. Cuando se toma oralmente, tiene un comienzo de acción gradual con efectos sostenidos, que reduce el deseo de otras drogas opioides y evita al mismo tiempo los síntomas del síndrome de abstinencia. Cuando se administra adecuadamente, la metadona no es embriagadora ni sedante y sus efectos no interfieren con las actividades diarias comunes. El tratamiento de mantenimiento con metadona generalmente se realiza en programas especializados en el tratamiento para la adicción a sustancias opiáceas. Los programas más eficaces incluyen la consejería individual o de grupo, así como también la provisión o referencia a otros servicios médicos, psicológicos y sociales necesitados.
La buprenorfina es un tratamiento para la adicción a la heroína (y otras sustancias opiáceas) aprobado más recientemente. Comparada con la metadona, la buprenorfina produce menos riesgo de sobredosis y de sufrir los efectos de abstinencia, y produce un menor grado de dependencia física, de manera que los pacientes que descontinúan el medicamento tienen por lo general menos síntomas del síndrome de abstinencia que los que dejan de tomar la metadona. El desarrollo de la buprenorfina y su uso autorizado en los consultorios médicos da a los pacientes adictos a las sustancias opiáceas más opciones médicas y amplía el alcance de los medicamentos contra la adicción. Su fácil acceso incluso podría incitar la búsqueda de tratamiento más temprano. Sin embargo, no todos los pacientes responden a la buprenorfina; algunos siguen necesitando el tratamiento con metadona.
La naltrexona está aprobada para tratar la adicción a la heroína, pero no ha sido ampliamente utilizada por problemas de cumplimiento. Este medicamento impide que los opioides se unan a los receptores y por lo tanto evita que el adicto sienta los efectos de la droga. La naltrexona como tratamiento para la adicción a las sustancias opiáceas se receta por lo general en centros médicos para pacientes externos, aunque a menudo se comienza a dar el medicamento en un centro residencial después de la desintoxicación médica. Para evitar el síndrome de abstinencia, los pacientes deben estar médicamente desintoxicados y libres de opioides durante varios días antes de tomar la naltrexona. La naloxona es un bloqueador de los receptores opioides con una duración más corta, que se usa para tratar los casos de sobredosis.
En el caso de la mujer embarazada que abusa de la heroína, el mantenimiento con metadona, combinado con cuidados prenatales y un programa de tratamiento integral para el abuso de drogas, puede mejorar muchos de los efectos perjudiciales en la madre y el neonato que están asociados con el abuso de la heroína sin tratamiento. Hay evidencia preliminar de que la buprenorfina podría también ser segura y eficaz para tratar la dependencia a la heroína durante el embarazo, si bien los bebés expuestos a la metadona o la buprenorfina prenatalmente podrían requerir tratamiento para el síndrome de abstinencia. En el caso de las mujeres embarazadas que no quieren o no pueden recibir farmacoterapia para su adicción a la heroína, se puede realizar una desintoxicación de las sustancias opiáceas bajo supervisión médica, aunque es importante considerar los riesgos potenciales al feto y la probabilidad de que ellas recaigan en el uso de la heroína.
Hay muchos tratamientos conductuales eficaces que se pueden usar para la adicción a la heroína, generalmente en combinación con medicamentos. Estos tratamientos se pueden realizar en ambientes residenciales o ambulatorios. Un ejemplo es la consejería individual o de grupo. Otro ejemplo es la terapia de manejo de contingencias que utiliza un sistema basado en comprobantes o vales, donde el paciente gana "puntos" cuando obtiene resultados negativos en los análisis de laboratorio que determinan el uso de drogas. Estos "puntos" luego se pueden cambiar por artículos que fomentan una vida saludable. También existe la terapia cognitiva-conductual, diseñada para ayudar a modificar las expectativas y el comportamiento del paciente relacionados con el abuso de drogas, así como para aumentar su habilidad de hacerle frente a varios factores causantes de estrés en la vida.
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